Calatayud, Institución Fernando el Católico
Premio Internacional de Poesía José Verón Gormaz 2008
Blues de los bajos fondos es una colección de versos que en otro tiempo podrían haber sido jácaras o romances de ciego; un viaje como aquel que realizó Joseph Conrad al Corazón de las tinieblas, pero alrededor de los 600 kilómetros del río de asfalto de la Nacional 2 Madrid-Barcelona, y las tribus de putas, chulos y canallas que se esconden en sus orillas en burdeles y puticlubes. Doce poemas con nombres propios dedicados a otras tantas putas, más otros doce dedicados a sus chulos; un poemario en donde es posible contemplar en primera persona el crimen, el heroísmo y la abyección.
Fragmento
«Por qué Nancy Tasiguano apaleó a un cliente»
Su culo caribeño causaba sensación
entre los camioneros: un culo con tres hijos
y un negro en Costa Rica; así que diez o doce
clientes cada día en aquel club de la 2,
ya sabe, la Autovía de Madrid-Barcelona,
no era exactamente un sacrificio para ella
sino una carga digna: mantener a los suyos.
Cuando desayunaba, se comía dos huevos
con bacon y un café, además de un cubata
y un porro de maría que le ponía el chichi
como una pera de agua, los de la GCT
lo habían comprobado, ellos ya conocían
la piel de esa mulata que cantaba boleros
en las mañanas frescas y saludaba riendo,
por eso no aceptaban que hubiera apiolado
a aquel plumilla incauto haciendo un reportaje
sobre los bares esos de carretera y putas.
«Cuatro costillas rotas y un moratón de Cristo
y Señor en el cóccix», diagnosticó un cliente
que resultó ser médico. ¡A la calle con ella!,
añadió el propietario, ¡que folle en otro sitio!
Nancy no dejó escapar una maldita lágrima:
subió a la habitación, cogió las fotos mustias
de sus hijos y el lápiz de labios, y bajó
cuando estaba arrancando la ambulancia. ¿Seguro
que no te ha hecho nada raro?, dijo el pitufo,
¿no te habrá amenazado, se obstinó, para que hagas
algo sucio? Fue cuando pensó en Carlitos, en James,
en su negro, en Édison bebito; cuando dijo:
¡El muy hijo de puta: me paga un especial
y sólo quiere hablar! ¡Hijo de mala madre!
¡A una profesional! ¿Pero ustedes son hombres,
papafritas chingados? Causaba sensación
lejos de sus tres hijos y de su negro en paro.
Reseñas
…Un abismo de tinta este libro: magistral…
A. Losantos, Diario de Teruel
…Un poemario sorprendente…
Carlos Herrera, Onda Cero
…Un libro maravilloso…
Antonio Astorga, Diario ABC
…Tan bien escrito como sensibilidad rezuma…
Miguel Ángel Mellado, El Mundo
José Luis Gracia Mosteo es escritor propenso a meterse donde no le llaman, buscar tres pies al gato y abrir la boca para que le entren moscas. Si les quedan dudas a este respecto, recomendamos lean El rock de la dulce Jane. Solo así se entiende el (cuanto menos) insólito periplo que emprendió hace un par de años, cual pervertido cortazariano Autonauta de Cosmopista a lo largo y ancho de la N-II, deteniéndose en todo burdel que se (menos)preciara para pegar la hebra, poner paño al púlpito e intercambiar razones con toda prostituta («hastiada de pichas / con tufo a requesón, de chulos con peste / a pachulí, de todo eso, viene una») que le llamase la atención. Días (noches) que José Luis («aquel plumilla incauto haciendo un reportaje / sobre los bares esos de carretera y putas») dejó transcurrir entre conversaciones banales y silencios locuaces, miradas despectivas y desdenes al socaire, sorbos a copas y aroma a ozonopino, confidencias culpables y altivas que le proporcionaron experiencias suficientes para destilar en esta suerte de cuaderno de campo o diario del inframundo que es el poemario Blues de los bajos fondos.
Cuidadosamente estructurado, el libro se divide en dos partes. Cada una reúne 12 poemas, mostrados bajo la invocación de un bienaventurado del santoral laico de Gracia Mosteo (Kavafois, Tom Waits, P. K. Dick, Fernando de Rojas, Alberti, The Rolling Stones…). Como un Bertolt Brecht hispánico, Gracia Mosteo acepta el habla popular, fijando cadencias, rehuyendo tópicos, registrando realidades… El poemario es brutal y cruel, es decir, real; es decir, sincero. La primera parte, «Blues de las Putas», narra (estos poemas no rehúyen su vocación de relato) con humor y sabiduría (tengo para mí que, salvo para necios y gañanes, ambos son lo mismo) las vidas de meretrices como, entre otras, la bestial Ramona la Rota («unos me dicen cerda; otros monstruo»); la ardiente (o, mejor, ardida) Sandra Smith («hastiada de pichas / con tufo a requesón, de chulos con peste»); la bellísima Corina Monís («Cuando la vió, pensó que dios se llama / Corina…»); o la descarada y leal Nancy Tasiguano («…que cantaba boleros / en las mañanas frescas y saludaba riendo»)…
La segunda parte del libro («Blues de los chulos») narra los aconteceres de sus chulos, como el pacífico Segundo Manotas («… siempre he sentido nostalgia / de los caminos, de botas mojadas / por la lluvia, mujeres desdichadas / pero acogedoras…»). O el entregado Edwin Arambulo, incapaz de negarse («…a un cuerpo hecho con tierra / de tu tierra cuando se halla tan lejos»), o el iluso John Viracocha («tenía que besar aquella voz / no importaba si era flaca o fet»), o el servicial Freddy El Flemón, que vive «donde la madera husmeaba entre los cubos / las gomas y los támpax…» Libro veraz, arriesgado y valiente, que brota de donde las pasiones cuajan en carne viva, y conviven el encoñamiento, la codicia y la avidez, donde los hombres y mujeres son reales, honrados, brutales y sinceros. Extraordinario y brutal libro.
Luis de Luis, Revista Prótesis
Aragonés de Calatorao (1957) afincado en Madrid, José Luis Gracia Mosteo, es autor de una interesante obra literaria que comprende varias novelas, algunos libros de relatos y un ensayo. También un par de libros de poesía: Balada del valle verde, reseñado hace un tiempo en este blog, y el recién editado Blues de los bajos fondos, ganador del Premio Internacional de Poesía «José Verón Gormaz» de 2008.
Si Balada del valle verde era un poemario inspirado en la naturaleza y el paisaje con una cierta pulsión panteísta y un suave aire bucólico, Blues de los bajos fondos es por el contrario una obra urbana, inspirada en el mundo sórdido de los puticlubs y los bares de carretera. El libro lleva el subtítulo de 12+12 poemas de crimen y desamor y está simétricamente dividido en dos partes. Cada poema de la primera parte («Blues de las putas») tiene su continuación y desenlace en la segunda («Blues de los chulos»). Con Balada del valle verde sólo coincide en que también aquí cada uno de los poemas está encabezado por una breve cita de un poeta o autor conocido, desde Quevedo a Lou Reed pasando por Rimbaud, Gil de Biedma, Tom Waits o los Rolling Stones.
Gracia Mosteo tira de versos largos en lo que son verdaderos poemas narrativos que cuentan una historia en dos partes. Canciones tristes de sexo y muerte, que podrían ser letras de rock o blues o noticias de la crónica negra de sucesos. Escritas con el lenguaje del mundo marginal de los bajos fondos, del comercio del sexo, de la droga y de la delincuencia. Con la jerga barriobajera de nuestro tiempo, como Quevedo o Fernando de Rojas usaron la de la España del suyo. Con spanglish cuando aparecen, y lo hacen con frecuencia, personajes sudamericanos emigrados a España. Con la incorporación del sexo moderno de Internet y de los teléfonos eróticos. Un submundo de prostitución y sexo sin amor por el que tal vez se mueva más gente de la que pensamos. Un mundo que el poeta refleja sin tapujos con su poesía cruda y directa, que bien podría denominarse realismo sucio. En la que no se escatima ni se disfraza lo obsceno y lo escandaloso. Como se enumera en su breve prólogo, por Blues de los bajos fondos desfilan «maltratadores, yonquis, macarras, chaperos, camellos, quinquis, chantajistas, hermafroditas, putas, periodistas y policías». Este es un libro de personajes que, en la estructura dual de sus textos, se asocian por parejas y tienen nombres sugerentes y a veces descriptivos que aparecen ya en los títulos de los poemas. Muchos son los artistas y escritores que se han acercado a los mundos marginales a lo largo de la historia. José Luis Gracia Mosteo lo ha hecho con originalidad y acierto literario en estos Blues de los bajos fondos.
Carlos Bravo Suárez, Diario del Alto Aragón
«La vida sórdida», por José Ángel Monteagudo
«Por la noche, salen todos los animales. Putas, pordioseros, sodomitas, travestidos, maricones, drogadictos, toxicómanos. Todo es asqueroso y venal. Algún día, una lluvia de verdad se llevará toda esta basura de las calles», Así anunciaba Travis Bickle, el protagonista de Taxi driver, un desenlace nervioso y violento para acabar con ese submundo tan obviado y cercano, pero a su vez tan desconocido para una gran parte de la sociedad como es la prostitución y sus aledaños. Submundo, por otro lado, tan parecido y mimetizado en todos los sitios y lugares del mundo donde habita.
Travis nos refiere «una lluvia de verdad», redentora, para acabar con esa basura; Mosteo ha preferido calarse de esa lluvia para enseñarnos, mostrarnos en crudo, esa basura y su verdad. Y además arriesgando literariamente, dando más de una vuelta de tuerca a lo que otros (sobre todo narradores, novelistas) ya habían apuntado en sus obras, porque Gracia Mosteo nos lo cifra en actitud poética, a bocajarro, sin lindezas ni envoltorios superfluos, descendiendo a esos infiernos tan cercanos que habitan los suburbios —y no tan suburbios— de cualquier ciudad, los polígonos industriales (ahora tan en boga), o los locales y pubs de alterne de la Nacional II. ¿Hay algo de bello en la poesía sórdida, oscura y suburbial, que emana de este blues? El autor lo define como «un canto triste con esquema de blues, es decir, doce compases que son poemas» y no le falta razón, como una buena canción de Muddy Watters, desgrana e hilvana todas las miserias que se va encontrando en ese camino marginal. Porque para llegar a este Premio el autor ha tenido durante varios años que, literalmente, jugarse el tipo en muchos de esos antros (método Stanislavski para la literatura, lo llamaría); hacer preguntas inconvenientes donde no se debían hacer (siempre bajo la presión de ser confundido con un policía o con un periodista), conversar con prostitutas en primera persona bajo la mirada de chulos sin escrúpulos, o simplemente, estar en sitios y lugares con gentes peligrosas que habitan esos sórdidos ambientes para luego contarlo de una manera lo más creíble posible. El poemario resultante ha sido espléndido, ha merecido la pena el trabajo a pie de calle.
Literariamente este Blues consta de 24 poemas, divididos en dos partes, «Blues de las putas» y «Blues de los chulos», definidas y diferenciadas pero a su vez correspondidas. Cada cara del poema en su primera parte tiene su cruz en la segunda. En la forma, Gracia Mosteo se nutre de endecasílabos con acento dominante en la quinta dándole ese ritmo a su lectura, pero también dodecasílabos, y usando el spanglish a la par que ese argot que apabulla, sorprendiéndonos a veces, y que el autor nos revela en un anexo al final del libro. Sado, canallas, yonquis, jineteras, macarras, maderos, camellos, son los protagonistas de estas 24 escenas en carne viva, repletas de jirones de vida, y con unas acertadas citas de cabecera que templan la entrada al relato. Citas por otra parte que abarcan, como todo buen blues, literatura y música a partes iguales; Laforgue, Kavafis, Tom Waits, Verlaine, Lou Reed, Quevedo, Bob Dylan, Vallejo, Battiato, Calvino, Gil de Biedama, Rimbaud, Bowie, Gimferrer, los Stones… una combinación explosiva y directa, pero por otro lado necesaria para entender, leer y degustar este brutal poemario.
Un único pero, quizá percepción personal que no extensible a cualquier otro lector, difuminado en la esencia del libro. Tras su lectura, y posteriores relecturas, el «Blues de las putas» se me antoja más redondo, exacto en las apreciaciones, hiriente, y en definitiva que nos muestra esa realidad de forma más cruda, que sus correspondientes réplicas en «los chulos». Pero ¡ojo!, no quiere decir que estos no irradien ese aire criminal, sórdido, canalla y barriobajero que impregnan los ambientes referidos en el poemario.
He aquí una obra, un poemario, imprescindible para bucear en esos bajos fondos, en un mundo de sexo y prostitución que linda de forma inherente con las mentiras, las drogas, la muerte, la delincuencia, el peligro o las humillaciones de forma directa; una forma de vivir ajena a todo aquello que les rodea, personas protagonistas de un submundo que nadie quiere admitir o tolerar en la cercanía, pero que existe y Gracia Mosteo lo plasma magistralmente en este Blues de los bajos fondos.
Para todos aquellos que se escandalicen por el fondo, quizá más que por las formas, o en definitiva por ambas, les invito a leerlo, a que determinen cuánta verdad destilan estas magníficas 24 estampas o fotos literarias que podían haber sido recogidas de cualquier periódico o noticiario de nuestra ciudad más cercana y a que reflexionen sobre ellas. Déjenme terminar con otra reflexión que me ha parecido perfecta para todos los lectores y que cierra el libro con un brillante broche: cuando Alexia se despide de Stan Mostew en el último poema, espeta: «Todos somos putas, algunas vendemos el cuerpo; los más, su tiempo; los menos, el alma». Así es, amigos lectores, aunque no lo queramos admitir.
José Ángel Monteagudo,
Revista Barataria