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Ducha escocesa (2008) (coautor), relatos

Zaragoza, Certeza Editorial

El 23 de abril, día de la muerte de Cervantes o Shakespeare, del 2007 falleció en Zaragoza el escritor surrealista José Antonio Román Ledo tras dar las prensas un puñado de libros inclasificables por su originalidad, entre ellos la trilogía formada por Gaseosas de papel, Yogur griego y la proyectada Ducha escocesa. Pocos meses después veinticinco escritores y amigos decidieron concluir la tarea iniciada por aquel llevados por la admiración y burlar el Destino escribiendo cada uno cuatro microrrelatos. Así nació Ducha escocesa. Luis del Val, Antón Castro, Javier Barreiro, Amadeo Cobas, Miguel Carcasona, José de Uña Zugasti, Angélica Morales, Javier Aguirre, José Verón, Luis Bazán, Ricardo Vázquez-Prada, Carmen Bandrés  o José Luis Gracia Mosteo con los relatos «La nostalgia del infinito», «La vida silenciosa», «El enigma del presente» y «Limosna para Napoleón», fueron algunos de ellos. He aquí una muestra:

Fragmento

«Limosna para Napoleón»

Releyó por tercera vez la noticia mientras se acurrucaba en la cama: «Like a Rolling Stone» de Bob Dylan había sido elegida por una prestigiosa revista la mejor canción de todos los tiempos. Así que el pequeño y huraño Robert Zimmerman lo había conseguido. Su canción estaba por encima de las de los Beatles (Abbey Road es tan grande), Rolling Stones (y Sticky Fingers), Love (ah, Forever Changes, qué maravilla), Velvet Underground (y su directo 1969) y mil y un grupos más… «Pero si es el colmo de la repetición», se dijo. «Si lo único que tiene es el estribillo que más que bueno, es hipnótico». Y canturreó: «How does it feel, / How does it feel, / to be on your own, / with no direction home, / like a complete unknown, / like a rolling stone», o sea, «¿Cómo te sientes? / ¿Cómo te sientes? / Estando sola, / sin dirección conocida, / como una chica del montón, / como un canto rodante». Recordó que había sido versioneada por Jimi Hendrix, cantada por Mick Jagger,  que contaba la historia de una chica de la jet que acababa de homeless. Y se acordó de Marta, aquella amiga que se enganchó al perico. Se acordó de la «Chica de ayer», la mejor canción del pop español. «¿Qué hará que sean elegidas?», se dijo. «Ambas cantan historias de mujeres a las que se ha dejado de ver, amar o simplemente saber que están vivas. No cuentan nada que no sea común». Encendió un cigarrillo. Un vagabundo pedía limosna a gritos. Le recordó al Napoleón de «Like a Rolling Stone». Sonrió. «Cualquiera entiende a los genios», se dijo, «¿por qué le llamaría Napoleón?», y volvió a silbar la canción mientras se arropaba con el periódico.

J. L. Gracia Mosteo

«Los amigos de Román Ledo terminan su trilogía póstuma», por Roberto Miranda

El escritor fallecido hace un año recibió un homenaje en Diputación de Zaragoza

Antes de morir el 23 de abril del 2007, José Antonio Román Ledo dejó a su amigo el escritor Francisco Javier Aguirre el encargo de completar la trilogía que había iniciado con las novelas Gaseosa de papel y Yogur griego. Román tenía pensado hasta el título y de él habló tanto que casi lo dejó escrito en el espíritu de sus amigos. Ducha escocesa acaba de ser editado por Certeza. Veinticinco autores han intentado reproducir su voz en este libro y fundirla con la propia, movidos por la admiración y el afecto.

Ayer, en la Institución Fernando el Católico, rindieron un homenaje al amigo desaparecido que se declaraba a sí mismo «un letraherido que no escribe libros sensatos» y se presentaban dos relatos suyos en un pequeño volumen: Micología aplicada y La serpiente multicolor, éste último, ganador del Premio Isabel de Portugal 1998.

La diputada Cristina Palacín evocó a Román Ledo como coordinador de programas culturales de la DPZ desde 1986, que dejó huella en la provincias como impulsor de la Educación de Adultos y en toda la comunidad con su proyecto de Circuitos de Artes Escénicas: «Era un técnico cercano, amable, que engrandecía los proyectos municipales», declaró Palacín.

Pero Román era también un hombre «mordido por el veneno de la escritura». José Vicente Zalaya, de la Editorial Certeza le declaró narrador, poeta, viajero, autor… «es un bienaventurado», dijo, poniendo el acento en el presente del verbo. Citó palabras de Román: «Me gusta provocar y a la vez normalizar las relaciones cotidianas», y añadió después: «Ahora que se nos ha ido a su Barataria, en el bosque sagrado de Beratón, lo que él no pudo escribir lo han escrito sus amigos».

Los profesores Juan María Martín y Fernando Villacampa, prologuistas del libro reeditado, recordaron cómo hace 40 años escribieron al alimón el prólogo a una antología poética de la generación del 65, inmediatamente secuestrada. «Aquella edición fue un acto de amistad, la excusa para estar en muchos escenarios y en casa de Román».

María Elena Sanjuán, la viuda: «Me lo decía él: Si supieras los amigos que yo tengo…», celebraba ayer su memoria: «Se ve que tenía razón». Y reveló que aún dejó inédita gran parte de su obra, El enciclopedión, en el garaje.

Roberto Miranda, 8 de mayo de 2008
El Periódico de Aragón