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El asesino de Zaragoza (2001), novela

Zaragoza, Zócalo Editorial

Fragmento

En 1827, Thomas de Quincey publicó el primero de sus artículos con el título de «Del asesinato considerado como una de las bellas artes» que, unido a un segundo y a un post scriptum, devendría en una de sus obras más escandalosas. El artículo comenzaba así: «A buen seguro la mayor parte de quienes leemos libros hemos oído hablar de la Sociedad para el Fomento del Vicio o del club del fuego Infernal que fundó el siglo pasado Sir Francis Dashwood… Por otra parte, en Brighton, me parece, se estableció una Sociedad para la Supresión de la Virtud. Dicha sociedad fue suprimida pero siento decir que en Londres existe otra de carácter todavía más atroz a la cual le vendría bien el nombre de Sociedad para la promoción del Asesinato…». Al terminar el artículo, el libro, el lector descubre asombrado que De Quincey proponía que ya que hay asesinatos, ya que se mata, que sea con arte, que sea con estilo. Pues bien, doscientos años más tarde, un asesino tosco y sin cultura al que dudamos que aquel autor inglés hubiera querido conocer, le ha dado la vuelta a sus palabras y ha comenzado a matar… escritores; mejor dicho, poetas, las aves más bellas y ruidosas de la literatura.

Reseñas

…Es la historia de un asesino en serie, pero también la historia de una ciudad con sus grandezas y miserias, donde se retrata el hilarante ambiente de los poetas, cantautores y policías de Zaragoza con sus celos y envidias…

Yahoo Noticias

…Con el primer inspector aragonés de la novela negra: Juan Barraqueta. Un inspector con las maletas cargadas de humor e intriga…

Christian Peribáñez, Heraldo de Aragón

…Una novela muy entretenida ideal para quienes guardan en la memoria retazos de historias, olores y sabores, costumbres pegadas a la piel…

Joaquín Carbonell, El Periódico de Aragón

…Un placer de lectura. Un placer…

Miguel Mena, Radio Zaragoza

…Una novela negra un poco canalla en la que se condimenta el humor con la diablura…

Antonio Losantos, Diario de Teruel

…Tercer puesto de los libros de Aragón más vendidos…

El Periódico de Aragón

…Con chorros de sarcasmo y gusto por la prosa burlesca, dotando al género de un original sentido satírico…

Tadeo Als, Diario de Teruel

…Una policíaca genial, genial, que recomiendo…

Carmen Pino, Radio Zaragoza-Cadena Ser

…Una novela aragonesa y con ambiente aragonés, que sigue el ejemplo de escritores como Valle-Inclán o Valera, y contemporáneos, como Eduardo Mendoza, que reflejan en sus obras su tierra desde la dignidad…

Pilar Fuertes, Crónica de Teruel

…Una obra divertida además de apasionante y plenamente actual…

Juan de Orbiso, Delta

…Una novela que consigue mantener la intriga desde la primera página hasta el final…

Montse de Vega, Siete de Aragón

…La soltura y el desparpajo presentes en otras novelas del autor trufan también esta trama de poetas y asesinatos…

El Periódico

…De lo dicho, se deduce que no nos hallamos ante una novela negra de género ni ante una de las frecuentes simplezas que nos ofrece la narrativa actual. El asesino de Zaragoza es un poema tragicómico, inscrito en la mejor tradición literaria española, pero con una dosis de originalidad notable… El asesino abre un nuevo registro a la fabulación de este autor aragonés que ha tardado en darse a conocer pero que se ha asentado con firmeza en el panorama narrativo español…

Francisco Javier Aguirre, Trébede

…Un gran novelista, como ha demostrado en sus tres novelas: ahí está el secreto de su éxito literario…

Eduardo García, Crónica del Jalón Medio

…Una estupenda y tal vez extraña novela de intriga y humor…

César Muñío, Artes y Letras

«Poeta tragicómico», por Javier Aguirre

La tercera novela que publica el zaragozano residente en Madrid José Luis Gracia Mosteo (Calatorao, 1957), confirma lo que anticipaban sus obras anteriores: la configuración de un territorio narrativo. El eje que une el Pirineo aragonés con la capital del Estado tiene su epicentro en la localidad natal del escritor, que en esta última novela actúa como foco germinal y terminal de la apasionante trama.

El protagonista de El asesino de Zaragoza vive y actúa allí, pero nació y terminará en Calatorao, que ha dejado de ser una mera localidad del Valle del Jalón para convertirse en término de referencia. Salvando las distancias que hayan de salvarse, la literatura aragonesa acaba de crear otro Macondo de enorme densidad, en buena medida similar al creado por Jesús Moncada en Mequinenza. El gran hallazgo de la novela de Gracia Mosteo es, precisamente, esta elevación paradigmática de un pueblo ordinario a categorías simbólicas. Calatorao alcanza una enorme significación literaria como punto de anclaje de los sentimientos primigenios. Allí es posible una infancia dichosa y una vejez desprendida; en la vieja alameda de la estación se concita el arranque de la vida con su contemplación final. Es pasmosa la profundidad con que el autor expresa estas vivencias aplicando una enorme economía de medios.

El segundo mérito de la obra es la creación de ambientes particulares. Tras esa referencia omnipresente al marco sensitivo —no al operativo— de la acción, surgen de forma sucesiva los ámbitos concretos donde se desarrolla la trama. La casa del inspector Barraqueta, la comisaría, el lugar del crimen, el gimnasio de uno de los sospechosos, el bar de alterne donde localiza al otro y la oficina estereotipada donde encuentra a un confidente, van abriendo los ángulos de visión para caer finamente en el domicilio del agente López, colaborador del protagonista, donde se produce el desenlace y terminan de configurarse los decorados de ese gran escenario que es la ciudad de Zaragoza, intuida, más que expresada, como contrapunto del otro escenario primigenio, ubicado en Calatorao.

De lo dicho se deduce que no nos hallamos ante una novela negra de género ni ante una de las frecuentes simplezas que nos ofrece la narrativa actual. El asesino de Zaragoza es un poema tragicómico inscrito en la mejor tradición literaria española, pero con una dosis de originalidad notable. El autor enrosca su lenguaje a voluntad entre las situaciones y los personajes, procediendo repentinamente a saltos en el vacío que causan emoción y vértigo al lector. Como es su costumbre, Gracia Mosteo conduce admirablemente la intriga, obligando a una lectura continuada de la novela. El sorprendente final deja atónitos tanto a los personajes como a quienes los contemplan en el papel. Es la última pirueta del narrador, su último guiño socarrón que parece copiado de la actitud somarda del protagonista.

El estilo de Gracia Mosteo conjuga admirablemente la ironía con la reflexión. Hay referencias explícitas a la política, a la amistad y a otros de los hasta hoy considerados valores sociales, que no tienen desperdicio. «Somos chacineros persiguiendo chorizos, cuando la verdadera matanza se da en despachos que para sí los quisiera uno…» (página 125). «Elegí matar poetas no sólo por vagos y corruptores. Si fuera por eso, también podía haber matado sindicalistas o políticos…» (página 162). «Ya sólo se puede confiar en los enemigos. Esos nunca te engañan. Con ellos siempre lo tienes claro» (página 169)… La novela rezuma toda una filosofía de la existencia basada en le relatividad del amor, del éxito, del aprecio social, de la verdad aparente y de la conciencia singular.

Resultan muy interesantes sus perfiles sobre la literatura en general y la poesía en particular. Esa visión desangelada del universo artístico se clava en la retina del lector y suscita su rebeldía o aquiescencia, dependiendo del grado de madurez con que la enfoque. Hay también momentos de gran hilaridad, destacando entre ellos el episodio de la visita del Ministro del Interior a la comisaría donde sirve Barraqueta (páginas 118-119.) En suma, El asesino de Zaragoza abre un registro nuevo a la fabulación en este autor aragonés que ha tardado en darse a conocer, pero que se ha asentado con firmeza en el panorama narrativo español.

Javier Aguirre, 2001
Revista Trébede