Zaragoza, Editorial Certeza
El pintor de fantasmas, el hombre que pinta fantasmas, ¿cómo puede ser eso? ¿Cómo puede alguien pintar lo que no se ve? El pintor, claro está, es el autor mismo, pero también El Greco en el cuento del mismo título. Y los fantasmas son los escritores en ese momento dramático en que se afronta la enfermedad, la locura o la muerte. Ese momento en que se deja de ser un hombre y se empieza a ser un fantasma…
¿Qué pensó El Greco cuando le encargaron el cuadro de El entierro del conde de Orgaz? ¿Cómo fue la última borrachera de Edgar Allan Poe? ¿De qué forma intentó engañar Baltasar Gracián al Hacedor? ¿Qué sintió Arthur Rimbaud cuando descubrió que le iban a cortar la pierna? El pintor de fantasmas es una colección de relatos por donde desfilan esos personajes además de Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Ildefonso Manuel Gil, Luis Antonio de Villena, Guillermo Carnero y muchos más, en una procesión de fantasmas en la que se confunde la nobleza con la vanidad, la rebeldía con el orgullo y la envidia con la rivalidad…
Doce relatos para todos aquellos que quieran conocer en forma de ficción el extravagante mundo de los artistas y los escritores en un libro que se lee con sorpresa y placer y en donde la sonrisa se funde con el miedo y la emoción. Un libro para leer de un tirón.
Fragmento
«Baltasar Gracián en el cielo»
Más insoportable que la injusticia y la arbitrariedad; más insoportable que el insulto y el miedo; más insoportable, es a menudo el talento… No he sido el único en saberlo. Mozart, ese mozalbete precoz y procaz que pulula por ahí disfrazado de querubín, acabó destrozado por las intrigas de Salieri. Y Edgar Allan Poe, ese americano que eligió voluntariamente morar en el Infierno, terminó traicionado por el mismo a quien nombró su albacea, Rufus Wilmot Griswold, aquel que se decía su amigo y que «impidió que, bajo el pretexto de su muerte, el sinvergüenza de talento de Poe fuera considerado genio», como ha escrito Georges Walter en tu infinita, oh Señor, biblioteca. No hablo de la crítica. Tampoco, de la competencia que tantos frutos (Iriarte versus Samaniego) y pecados (Quevedo comprando la casa embargada de Góngora) ha dado. Hablo del que trabaja al lado del escritor y aprieta los dientes para evitar que rechinen y que no se deja de repetir: «Pero éste, ¿quién se cree que es?». Hablo del que lo ve sudar en verano, toser en invierno. De quien le ve humano, fieramente humano. Del colega de universidad, despacho o imprenta que sufre los éxitos del compañero. («Soy escritor, tengo éxito, ¿cómo no voy a fingirme cojo?», escribió Agustín de Foxá, condenado en tu Purgatorio a un almuerzo eterno).
Reseñas
…Las historias de doce escritores en el momento más dramático de su vida…
Carmen Gil, Radio 5
…Un conjunto de relatos sarcástico y divertido…
Juan Carlos Soriano, El Ojo Crítico, Radio Nacional de España
…Piezas irónicas, pequeños viajes, glosas, bromas, picardías: auténticos y gozosos ejercicios de estilo que, en más de una ocasión, abren una puerta al disparate o al humor…
Antón Castro, Heraldo de Aragón
…Un excelente libro, original, diferente, colmado de calidad y conocimientos literarios…
Ricardo Vázquez-Prada, Quincenal El Aragonés
…Por donde desfilan personajes históricos y actuales de la más variada condición que el escritor recrea con pluma perversa, aprovechando en ocasiones miserias de su azorado vivir…
Fernando Carnicero, El Periódico
…Doce espléndidos relatos de fantasmas que revelan la mano de un avezado narrador en el difícil arte de abducir al lector. Reír de miedo o temblar de risa ante la intriga trabada sobre la fina urdimbre de la ironía. Destilado que sólo pueden liberar los escritores experimentados, entregados desde niños al nefando arte de la ficción y rendidos al ingrato amor por la letra impresa…
Don Galaor Barataria, Revista de la A. A. de Amigos del Libro
…Un asombroso conjunto de relatos lleno de buena literatura…
Eduardo García Giménez, Onda Local
…Un libro realmente interesante y muy bien escrito que recomiendo leer…
Antonio Ruiz Vega, Las Noches Blancas, Telemadrid
…Un libro de relatos que recomiendo…
Ricardo Vázquez-Prada, La 2, TV Aragón
…Entre la sorpresa y la intriga, entre lo trascendente y lo cotidiano, lo mejor de la prosa de Mosteo es su frescura, su fluidez narrativa y, sobre todo, su proverbial humor, unas veces fino y sutil, y otras hilarante y satírico. Como disciplinado epígono cervantino, en estos cuentos tan suyos Gracia Mosteo logra con la naturalidad que lo caracteriza que Historia y Poesía vayan de la mano sin que chirríe la máquina…
Julio Asencio, Síntesis
…Sólo quien ha deseado ser libro y ha apostado por una vida verdaderamente literaria puede escribir con tan cáustica irreverencia sobre el arte de la palabra y cuanto la rodea. Este autor lo consigue. Su escritura es una mezcla de mirada irónica y de intimismo lírico y estos relatos-confesiones, zarandean al lector con un lenguaje directo, cortante incluso, sin que la historia pierda emoción poética. Relatos que nos increpan para reconocernos en los miedos de otros y al fin preguntarnos si somos también fantasmas o estamos verdaderamente vivos; si la realidad chata que percibimos es toda la realidad a la que podemos aspirar. Un placer…
María Ángeles Maeso, Diagonal (periódico quincenal de crítica)
…Un retablo original y desenfadado del mundillo literario y de los años de la Movida madrileña…
Fernando Martínez Láinez
«Un poeta que cuenta», por Julio Asencio
El pintor de fantasmas, cuarta entrega narrativa del autor aragonés José Luis Gracia Mosteo, parte de un planteamiento muy peculiar que el propio Mosteo nos anticipa en el prólogo: «Es un paseo irónico o benévolo, malicioso o inocente, por el mundillo de los escritores y artistas actuales y del pasado en pos del misterio de la escritura y de la creación». Así pues, en principio el libro se nos propone como una reflexión personal acerca del impulso creativo —el afán, la divina locura— que ha impelido a tantos a desvivirse aun a costa de su integridad física o moral.
Este denominador común a los relatos permite a Mosteo desplegar todo su ingenio, bien sea situándose en el punto de vista subjetivo de afamados creadores (la confesión de Rimbaud a su hermana Isabelle en el lecho de muerte, las tribulaciones ópticas y místicas de El Greco, el intento de Gracián de engañar a Dios, la última melopea de Poe o la visita del demonio a Coleridge), bien tramando las curiosas peripecias de otros personajes no tan famosos pero igual de ejemplares, entre ellos el autor mismo en dos relatos autobiográficos.
Entre la sorpresa y la intriga, entre lo trascendente y lo cotidiano, lo mejor de la prosa de Mosteo es su frescura, su fluidez narrativa, y, sobre todo, su proverbial humor, unas veces fino y sutil, y otras hilarante y satírico. Como disciplinado epígono cervantino, en estos cuentos tan suyos, Gracia Mosteo logra con la naturalidad que lo caracteriza que Historia y Poesía vayan de la mano sin que chirríe la maquinaria, que no es poco.
Esta tardía reseña se añade a las sucesivas como ponderadas críticas que las obras de Gracia Mosteo vienen recibiendo en prensa, radio y televisión a nivel nacional, ecuánime constatación de la calidad de este narrador con alma de poeta, de este lírico con alma de cuentista, que se va afianzando por méritos propios entre los escritores que hacen literatura guiados por su honradez de artistas de la palabra y no por el infame oportunismo de medrar y figurar en las cuadras de ninguno de los capos editoriales y mediáticos. Gracias, José Luis, por habernos hecho gozar con unos libros tan auténticos y hermosamente escritos.
Julio Asencio, 2004
Diario de Jérez