Madrid, Editorial Encarnación Fernández e Hijos
A principios de 2005 el escritor y camarero del Café Gijón de Madrid José Bárcena se dirigió a los parroquianos del mundo de las letras y las artes habituales del café requiriendo una colaboración para un libro con motivo del IV Centenario del Quijote que pensaba editar. A la llamada respondieron Paco Umbral, Raúl del Pozo, Soledad Puértolas, Rosa Regás, Julio Llamazares, Eduardo Mendicutti, Lourdes Ortiz, Juan Madrid, Eugenia Rico, Joaquín Sabina, Javier Gurruchaga, Fanny Rubio, Amando de Miguel, Fernando Martínez Láinez, Raúl Guerra Garrido, José Luis Gracia Mosteo y no pocos más. También cedieron textos los herederos de Gerardo Diego, José Hierro, Gabriel Celaya…, clientes en su tiempo del Café Gijón. La portada la realizó el pintor Eduardo Arroyo. Fruto de ello es este volumen de El Quijote en el Café Gijón, homenaje a la locura y la imaginación en libertad, es decir, del hidalgo a través de la heterodoxia y la bohemia de sus lectores del mundo del arte y las letras.
Un libro donde caben destacar los relatos de las insólitas y magníficas aventuras que le sucedieron…, de Javier Villán; «Soñar o no soñar», de Fernando Martínez Láinez; «Donde el caballero don Quijote conoce a Ganímedes…», de Eduardo Mendicutti; «Ingeniosos hidalgos», de Moncho Alpuente; «El caballero del rincón», de Soledad Puértolas; «Un día más», de Lourdes Ortiz; «La mentira», de Juan Madrid; «Visita sorprendente en el Café Gijón», de José Bárcena; «El caballero en el Gijón», de Eugenia Rico; «Donquijote» (así, junto), de Raúl del Pozo, y «No hay epílogo», de Javier Rioyo; los artículos «Un hidalgo y un fantoche llenos de sol y viento», de Francisco Umbral (discurso del Premio Cervantes 2001); «Cervanterías», de Jaime Salom; «Don Quijote de la Mancha: la búsqueda de la utopía», de Rosa Regás; «Quijotes y sanchopanzas…», de Julio Llamazares; «Más quijotes en la mesa de los poetas», de Juan Van-Halen, y «Ayer y hoy de la cocina del Quijote», de Lorenzo Díaz; y los poemas «Don Quijote trasterrado», de José Hierro; «A Sancho Panza», de Gabriel Celaya; «Dulcinea», de Fanny Rubio; «Soneto en fuga a Don Quijote», de Gerardo Diego; «Cervantes Punto.Com», de Joaquín Sabina; «Molino de viento», de Eladio Cabañero; «Blues de don Quijote», de Javier Gurruchaga; «No son castillos», de Ramón de Garciasol o «Transferencias e identidades», de Jesús Hilario Tundidor…
«El Quijote en el Café Gijón», por Julia Sáez-Angulo
El Quijote en el Café Gijón, un volumen de más de 600 páginas, se presentó en el Café en medio de una afluencia masiva. José Barcena, camarero, escritor y alma coordinadora de esta publicación junto a José Luis Cabañas, pronunció las palabras de bienvenida.
Entre los presentes, los escritores Jaime Salóm, Manuel Muñoz Hidalgo, Rogelio Blanco, Eduardo Mendicutti, Julia Sáez-Angulo, José María Bermejo, Marino Gómez Santos, Javier Villán, Gloria Salas, Alfonso Martínez Mena, Octavio Uña, Isabel Cabetas, Antonio Leyva, Joaquín Lledó…, y los artistas Ana Queral, Héctor Hidalgo, Cuchi de Osma, José Luis del Palacio, Maruja Moutas, María José Iriondo o Ángel Flórez-Estrada.
En el libro han participado entre otros —falta un buen índice alfabético-—: José Hierro, Soledad Puértolas, Rosa Regás, Amando de Miguel, Antonio Moneo, Paula Izquierdo, Pedro Beltrán, Joaquín Sabina, José Esteban, Raúl Guerra Garrido, José Luis Gutiérrez, Eladio Cabañero, Antonio Gómez Rufo, Fernando Martínez Laínez, Emilo Sola, Miguel Veyrat y muchos otros.
Raúl del Pozo escribe: «Don Quijote, acompañado de Sancho, llegó al Café Gijón, cansado y muerto de hambre; creyendo que había llegado al Olimpo, comenzó a despotricar desde la barra, como hacía Liberto, porque no le habían dado sitio en la mesa de los poetas malditos, de los famosos actores o de los poetas de renombre… El caballero andante dijo que tenía que sentarse en su calzas de velludo así como el autor de sus andanzas, don Miguel de Cervantes, hubo de sentarse en su propia capa cuando llegó al Olimpo».
José Esteban recordó en la presentación que no debíamos olvidar que Madrid es el gran poblachón manchego y, por tanto, la capital de La Mancha, y que el Café Gijón es la venta donde más a gusto se encuentran los viajeros o caminantes como Don Quijote y Sancho.
El relato de Raúl del Pozo acaba diciendo: «Fue entonces cuando Alfonso, el cerillero, les dio puerta al caballero y a su escudero. Don Quijote salió a Recoletos llamando cobardes y viles criaturas a los que más allá de las cristaleras quedaban adorando el café y desollando a colegas y ministros».
Julia Sáez-Angulo, 2005
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